lunes, 13 de diciembre de 2010

columpios


Me bastaba más que sus uñas
que crecían al paso de siete meses,
esperaba una pizca de sus pestañas envueltas
y enredadas sobre mis parpados al menos.

Creíamos ser ventrílocuos de invierno
inclinándonos de puntillas a observar
bajo la suela de nuestros zapatos
¿Vaya ingenuidad, no?

sucesivamente se me hizo común
balancearme sobre mi panza,
te solía esperar en la misma cuadra
bebiendo el sabroso y amargo jugo de éter.
A ratos sucedía lo que pensé
lo inesperado, indescriptible y censurado.

Espero no tocar el tema esta vez,
pero bueno, las cenizas lo saben bien
suelen ser cómplices discretas
alrededor de la calle y alcantarillas
cuando ya nadie más quiere oírlas
ni saber de ellas.

Hice lo imposible por capturar
la imagen de los verbos comprimidos
siempre resulta difícil con un chirrido en el oído.

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