viernes, 2 de abril de 2010

La mañana del lunes 16 de Marzo tenía todo listo, todo planeado y fríamente calculado. Me daba una rara sensación sentir aquella ambición y obsesión por apoderarme de todas esas millonadas, bastaba asegurarme de ser cauteloso y pasar desapercibido, por lo que decidí disfrazarme de barrendero y pasar por aquella calle como ‘’de costumbre’’. Hacía frío y el traje estaba helado, tenía olor a humedad pero en ese entonces todo valía la pena si se trataba de tan esperada recompensa.

Me tomé un café bien cargado, a tal extremo que no era capaz de ver el fondo del tazón. Debía estar alerta y pendiente de todo mi alrededor; tomé un desayuno energético y también me preocupe de que sea liviano (procure estar sigiloso). Eran ya las 8:00 AM. Mis tres compañeros y cómplices pasaban por mi. Pude ver sus distinguidos y raros rostros de desesperación por poseerlo todo –Llegue a quedar atónito- Me subí al pequeño y gris auto y pude sentir la tensión. Se hacía notar en sus manos sudadas los nervios, en sus grandes pupilas de negro color (Que por cierto me recordaron el café matutino).

Nos dimos la señal con la mirada y logré imaginarnos capaces de matar por este intrépido plan.

Íbamos llegando al banco, me bajé 2 cuadras más atrás y tuve que disimular algo que no iba impregnado en mí, me sentía incomodo y perseguido por la más mínima hormiga, era mi turno y sin pensarlo dos veces fui donde el guardia, me paré frente él y lo golpee como si el tiempo se comprimiera dentro de mí, como si fuera algo vital. Mientras mis dos compañeros corrían hacia el camión cargado en fortuna, el otro esperaba intacto y petrificado dentro del auto, al momento de la señal corrí como si escapara de mi destino, de mi mismo, como nunca antes. En ese momento me di cuenta de que algo andaba raro, no sentía mis piernas se durmieron fallándome y dejándome atrás. Demoraron menos de 15 minutos en encontrarnos ¿Habrá sido culpa mía? O quizás no nos pusimos en todos los casos antes de planearlo todo, de todas maneras… Aquí estoy, escribiendo desde un retén frio, mal oliente y tenso, no sé que pueda pasar, siento miedo y rechazo desde las miradas de los demás, espero el juicio, espero volver a arrancar de mi destino, espero que mis piernas no fallen.

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